Estábamos viendo el atardecer en el porche de mi casa. Delante el sol se ocultaba tras la sierra y se levantaba aire, llevaba varios días haciendo mal tiempo, pero hoy parecía que las nubes y el agua nos iba a dar un poco de tregua. Ninguno de los dos hablábamos, solo mirábamos al horizonte.
- Tía RosaAmarilla, ¿por qué estás sola?
- Sobrino, no lo se, pero…¿por qué me preguntas eso ahora?
- No se, lo estaba pensando. Eres simpática, agradable, y cariñosa. A mi me tratas muy bien y siempre me das caprichos, y además eres la única tía que me queda que está sola.
- Bueno, alguna tenías que tener ¿no? Además que mas te da, estando sola así te llevas mas caprichos que si los tuvieras que compartir ¿no crees?.
- Si, eso si, pero… yo te quiero mucho y no me gusta que estés sola.
- Ya lo se sobrino, yo también te quiero mucho.
- Es que me acuerdo de aquel día que fuimos al cine con tu novio, que estabais juntos, y te veía contenta.
- Esos son tiempos pasados y ya está.
- Pero si estabas tan contenta, ¿Por qué estás sola? Hoy te han llamado muchos amigos al movil, ¿no hay ninguno de ellos que te quiera como él te quería?
- Sobrino, cosas que pasan, unas veces te quieren, otras veces te dejan de querer, otras veces te olvidan. Tienes doce años, cuando crezcas un poco más, ya verás como lo entiendes.
- Tía, yo se que no te gusta estar sola, ¿por qué quieres estarlo?
- … Venga, vamos a hacer la cena, ¿Qué quieres que te prepare hoy?