Después de muchos e-mails, chateos de messenger y comentarios cruzados en sus respectivos blogs, el momento de verse las caras, de mirarse a los ojos y compartir esa complicidad había llegado.

Morbólogo vino en tren, una buena manera de llegar. Había pensado venir en autobus, pero tras leer aquel post que RosaAmarilla había colgado este verano donde describió el sueño erótico que tuvo en un trayecto Madrid-Ávila, le incitó a tomar ese medio de transporte. ¿Soñaría él lo mismo?

El tren llegó puntual, pero RosaAmarilla llevaba ya varios minutos esperando, no quería que Morbólogo llegara y se encontrara solo ante una estación de tren saturada, plagada de gente, ajetreada y alocada como es la estación de Atocha. Estaba nerviosa, intrigada en descubrir si él recordaría su imagen ya que solamente la había visto en foto. Ella sabía que, seguramente, en cuanto le viera sabría quien era, es una gran suerte que Morbólogo tuviese web cam, eso suponía una gran ventaja para RosaAmarilla.

Una veintena de personas bajó del vagón, mujeres sufriendo con maletas cargadas que no podían casi ni levantar, un grupito de adolescentes que aprovechaban para hacer una escapada a la capital con las mochilas llenas de hormonas juveniles revueltas y cajas de condones por lo que pudiese ocurrir. Algún personaje, con maletín de ejecutivo que tras una semana de trabajo desplazado está deseando ver a su esposa y abrazar a su amante, y una parejita de enamorados haciendo una escapadita de fin de semana. RosaAmarilla se empezó a poner un poco nerviosa por que no le vio bajar del tren, miró a un lado a otro, y cuando ya empezaba a dudar de que se hubiera equivocado de horario descubrió que detrás de esa pareja había un personajillo despistado, con carita de estar perdido, pero sin perder atención a como la mano del chico rozaba con delicadeza la nalga de su novia. No había duda, ese era Morbólogo

RosaAmarilla levantó la mano en gesto de saludo, e intentó llamar la atención de ese chico al que tantas ganas tenía ya de conocer en persona. Cuando Morbólogo alzó los ojos y sus miradas se cruzaron no hubo duda, una sonrisa picarona apareció en su boca, y un brillo relució en sus ojos. Morbólogo le guiñó un ojo,un guiño de compenetración.


Pasaron una tarde muy agradable. visitaron parques, calles antiguas e históricas, lugares característicos que cualquier turista estaría deseoso de visitar. Finalmente, y tras una larga caminata, decidieron hacer un alto en el camino y tomar un cafetito calentito sentados en una terracita del Retiro, ahora que los días empezaban a refrescar, y las tardes se hacían mas agradables....

continuara en...Mi rincon secreto