
Hace unos días, viniendo a trabajar por la noche, iba de camino cruzando el parque que hay en frente de mi casa, y detrás de mi venían dos chicas. Ellas eran muy monas, muy bien vestidas, si como se visten hoy en día las quinceañeras se puede llamar vestir bien, y muy arregladitas para ir de juerga. Habían quedado con unos amigos.
Como iban cerca de mi, y las chicas actuales, si no hablan en voz muy alta parece que no se entienden, conseguí escuchar la siguiente conversación.
Chica 1: ¿Sabes, al final me regalan el perro?
Chica 2: No me digas ¿de que marca?.
(Ahí empecé yo a fliparlo.)
Chica 1: De estos que son blancos, umm, ¿como el que sacó Srta X? (famosa que no recuerdo el nombre) en el programa Y (un programa de cotilleo que tampoco recuerdo).
Chica 2: Tía, no me digas, con lo bien que le conjuntaba con el traje que llevaba, estaba guay. ¿Y de que modelo va a ser?.
(¿¿¿????? ¿Modelo? ¿Pero los perros son como los móviles y los coches, marca y modelo? Niña, que esto no es Renault ocasión).
Chica 1: Pues modelo de esos pequeños. Si tía, a ver como se dice....
Chica 2: ¿Terrier?
Chica 1: Eso tía terrier, modelo terrier.
Llegué al garaje y según iba arrancando mi coche iba rezando: Por favor, que no se lo regalen, que no se lo regalen, que no se lo regalen, que este perro va a ser carne de perrera en cuando se den cuenta que se hace pipi y hay que recoger las caquitas del suelo para no pisarlas, que hay que bañarlo y no se le puede echar perfume chanel en el pelo. Que no se lo regalen, que no se lo regalen, que no se lo regalen.
¡Prime again!
Pobres bichos. O sea, tía, o sea, pobres.
Y lo malo es que el animalito se entrega todo él, como ningún sapiens sabe hacerlo.
Ahora sólo nos queda esperar que San Francisco haga el milagro y el perrito arregle a la cría.
Por cierto, que mañana es el día de los animales.