
Es raro estar delante de una persona que necesita tu ayuda, en un hospital, y que encima esa persona sea alguien que has querido con locura en el pasado. Es raro sentir como te necesita para un apuro, para una aflicción, para una dificultad, cuando hacía meses que no sabías nada de él. Es raro tenerle delante, con su pijama de hospital, su tez algo blanquecina, más delgado, pero tenerle delante y no desear besarle, notar su aliento en tu cuello, notar su pasión, pero en cambio cuando se acerca a ti sentir los deseos de que te abrace, simplemente que te abrace.
Es raro notar que te mira, que te sigue mirando de una manera especial, pero sentir la convicción de que esa mirada va a ser temporal, y tener la sensación que cuando su salud se recupere, se estabilice, esa mirada va a desaparecer de nuevo durante meses.
Es raro notar como mis pensamientos se contradicen, como una parte de mi dice que debería olvidarme y pasar de esa persona por el daño que me hizo, y otra parte de mi dice que lo cortés no quita lo valiente, y nadie que esté en un hospital merece este desprecio. Finalmente gana la parte de mi que decide acercarse, que decide dar el cariño, la ayuda, la comprensión.
Es raro recordar una atracción que no me atrae, pero que en el fondo me sigue atrayendo.
Es raro una despedida delante del ascensor con un simple gracias por venir, y no sentir ese cálido abrazo de antes, no quererlo pero desearlo. Es raro notar como ese ascensor va bajando y va marcando de nuevo las distancias piso a piso.
Mañana, mañana vuelvo a verle, mañana seguramente será todo igual de raro.
Pues nada, ya sabes que la gente no cambia, él sólo se siente vulnerable, como nos sentimos todos en un hospital.
Un besote!