Era viernes y necesitaba salir. Después de una larga conversación por la mañana, después de una charla, de un reencuentro verbal, necesitaba aclarar ideas, necesitaba despejarme, pensar. Ya había quedado con unos amigos en salir de Madrid este fin de semana, y me puse en marcha.
Zumbando para Ávila…. En principio fuimos solamente un amigo y yo, el tercer amigo se incorporaba al grupo el sábado por la mañana. Todo pintaba que iba a ser un fin de semana bastante divertido.
Tras una parada en el Hipercor de Majadahonda a comprar líquido para las lentillas de mi amigo, que cabecita loca se le había olvidado en casa, y abastecernos de unos cuantos víveres para subsistir el finde (vale si, lo reconozco nos abastecimos de Lambrusco, tablas de queso y alguna botellita), y otra en casa de Lunax para recoger unas cosillas que dejé en su coche el jueves, zumbamos rumbo a la Sierra.
Según nos íbamos acercando iba bajando la temperatura, normal por otra parte, nos aproximábamos a la Sierra de Gredos. El camino fue entretenido, mucha charla, ahh y por cierto, como la cabra siempre tira al monte, al salir del la City-pueblo de Lunax, me confundí de camino, y acabé en la base de los bomberos, pero no, no en la puerta, dentro!!! Ya algún día os explicaré mi obsesión por poner un bombero en mi vida.
Llegamos al pueblo y sorprendentemente no había nadie por las calles, era raro, por que solo eran las nueve de la noche, pero al llegar a mi chalet lo comprendí, ¡¡JO QUE FRIOOO!!. Que rasca por favor, con deciros que al entrar en casa miré el termómetro y dentro de la casa ¡¡estábamos a 2 grados bajo cero!!.
Primera sorpresa de la noche, vamos a encender la caldera de la calefacción y sorpresa de la vida, no funcionaba, juas, nos esperaba una noche larga. Tras trastearla un rato conseguimos encenderla y nos bajamos al pueblo, que pelona estaba cayendo. De todos modos hay que reconocer que los pueblos en invierno tienen un encanto especial. Cenamos un poco y estuvimos en casa de una amiga tomando café, que por cierto no veas que bien sienta un café calentito en una noche heladora.
Al llegar a casa la puñetera calefacción se había apagado, por lo cual decidimos encender la chimenea. Hicimos una buena hoguera, abrimos una botellita de lambrusco, que lógicamente con el frío que hacía no necesitaba nevera, y nos sentamos a charlar delante del fuego. No se que poder tienen las llamas que consiguió que estuviéramos los dos sentados, sin hablarnos, delante del calor, mirando el fuego, alelados con nuestras copas de vino, hasta las tres de la mañana. La pena es que fuera un amigo el que estuviera conmigo, por que si llega a haber sido otra persona, no hubiera podido responder de mis actos, no hay escena que me parezca más romántica que esa, en fin, ilusiones….
Ya por fin decidimos irnos a dormir, menos mal que tengo dos buenas mantas eléctricas tamaño de manta de cama, que pusimos encima , que yo no se que tal noche pasó él en mi habitación, pero yo en la de mis padres estaba con el cuerpo supercalentito, y la nariz congeladaaaaaa .
A la mañana siguiente nos levantamos pronto por que llegaba en tren el tercer amigo, y segunda sorpresa del finde: había nevado. Guau, que bonito estaba el paisaje. Fuimos a recogerle a la estación, nos largamos a desayunar al bar y a dar una vuelta por allí. De repente se le ocurre la feliz idea a mi amigo 1: ¿y si hacemos una barbacoa? Que para eso estamos en Ávila y aquí hay muy buena carne.
Yo por mi perfecto, pero me niego a ser yo la que la haga, que con la rasca que hace paso de congelarme el culo. Y allí nos veis a nosotros en la carnicería comprando pancetita, choricitos, morcillita…. Y todo ello por supuesto, regado con buen Lambrusco enfriado de una forma natural.
Después de hacer la barbacoa, que por cierto el tiempo se portó genial con nosotros y hasta salió el sol decidimos irnos por la tarde a tomar café al pueblo, y ahí empezaron nuestros males. Tenía entendido que iba a entrar un temporal por Galicia, pero ¡¡no que llegaría tan pronto aquí!!. Empezó a nevar a lo bruto, una ventisca de miedo… vaya putada. Decidimos volver a casa, eso sí, sin no antes irnos al pueblo de al lado a comprar más Lambrusco, juas que nos estábamos quedando sin existencias.
En casa, fueron muchas risas, amigo 1 consiguió arreglar un poco la caldera y funcionaba a ratos, la chimenea encendida gracias a unos troncos que me dejó una vecina del pueblo, 4 botellas de vino que cayeron entre tres… Contamos chistes, cantamos canciones de los legionarios, canciones de nuestros tiempos, brindamos, reímos, nos burlamos de lo enamorado que está amigo 1 de su chica, y los besitos y cariñitos que a todas horas le mandaba por teléfono, hasta incluso a amigo 2 le dio por psicoanalizarme. Lo más curioso es que me dijo algo que ya me han dicho varias veces y voy a tener que empezar a creerme que soy así.
Amigo 1: “RosaAmarilla, siéntate y ponte cómoda, que voy a psicoanalizarte para descubrir el por qué de esa agresividad, esa autoridad y esa frialdad que muestras ante la gente que te rodea”.
Oh, oh, es que no es la primera vez que me han dicho que me he vuelto agresiva, calculadora y fría con la gente…. No agresiva de una forma física, si no de carácter, de impedir que se me acerquen, de impedir acercarme, distanciándome del mundo. Me doy miedo por que nunca he sido así.
Finalmente a las cuatro de la mañana decidimos planchar la oreja.
Al levantarme por la mañana, que fui la primera, yo y mi insomnio, me llevé la tercera sorpresa. ¡¡Había nevado toda la noche!!! Me asomé a la terraza de la parte posterior y: ¡¡¡Mi coche estaba completamente cubierto de nieve!!!. Me temo que tenemos que salir de allí como sea si no queremos quedarnos incomunicados tres días.
No quise asustarles, me puse a recoger la casa, que tras tanto vino imaginad como quedó y a eso de las once toqué diana: Tirotirotirotiiiii, a levantarse si quereis mañana ir a trabajar y no quedar encerrados en una casa abulense.
Cuando vamos a arrancar imaginaros el espectáculo. Los tres solos en la urbanización, RosaAmarilla sin cadenas, el coche que avanza un metro y dice que hasta aquí he llegado, que la capa de nieve es más alta que el parachoques y que debajo hay capas de hielo. De eso no tengo fotos, pero imaginad, con las manos quitando la nieve de delante del coche, mete primera avanza el coche, cuando patina, echa el coche para atrás, rompe el hielo a golpes con los pies, vuelves a avanzar, quitas nieve, coche patina, echas para atrás, rompes hielo…. Eso dos calles enteras hasta que salí a la carretera del pueblo, peroo, había que llegar a Madrid y sin cadenas.
Después de esta travesía, os juro que por mucho que digan que soy mujer, ¡¡soy una conductora de primera!!.
Lo que más me hizo gracia fue cuando llegamos a Madrid, amigo 1 al dejarle en su casa, se abrazó a mi efusivamente, me dio un par de besos en la mejilla, me miró, y me dijo: “Eres una conductora cojonunda, cojonuda, yo venía acojonao”.
Ains, si él supiera que cuando nos acercábamoas a Madrid, y me paré a la entrada a echar gasolina las piernas me temblaban literalmente y de la tensión que tuve durante todo el camino me han dolido las muñecas y las rodillas hasta hoy, yo también iba acojonada.
Como muestra os dejo la foto que hice a mi jardín a las cuatro de la mañana, y la foto que hice al jardín cuando me levanté a las nueve. Por cierto, esa zona es la más resguardada y donde menos pegó la ventisca.
Joer... pobrecilla... vaya aventura... Por cierto, ten cuidado con las mantas eléctricas, que son peligrosas... mi prima casi muere "gracias" a una hace pocos meses.
Oye, ¿podrías cómo has hecho para cambiar "comments" por "polinizaron mi blog"? es que me cuesta identificar dónde tengo que escribir... hay muchas cosas del html que me resultan indescifrables.
Besitos