Mi corazón y mi alma reflejados en un espejo.
domingo, febrero 01, 2009
Domingo blanco.
Pensaba haber ido a pasar la mañana al campo, y así echarle un vistazo a mi casa que la tengo cerrada desde antes de irme de viaje a México. A las ocho de la mañana estaba ya en pie, vistiéndome y preparándome un suculento desayuno para aguantar el fresquito de la mañana.

A las nueve de la mañana, cuando ya estaba haciendo la cama me llaman por teléfono. Mi amiga, llamémosla gorrioncilla, que tiene las llaves de mi casa, y es la que me controla que todo esté bien, me llama para decirme que: "ni se te ocurra venir, que hay una nevada de mil demonios y sigue nevando".


Mi gozo en un pozo, el maletero todavía hasta arriba con el árbol y los adornos de navidad, y alguna que otra bolsa de ropa que aquí en Madrid casi no me pongo, y me la llevo allí para trastear por el campo y en el jardín.


Pues nada, toca dominguear hoy en casa. ¿No os habeis dado cuenta de lo largo que se puede hacer un domingo metida en casa? Hay muchas cosas que hacer, poner lavadoras, tender la ropa, recoger cuartos, leer... de todo, pero ni se os ocurra poner la tele, por que, y mira que con el tdt hay un montón de canales, ¡¡¡no hay nada potable que echarse a los ojos!!!.


Sobre las diez de la mañana empezaron a caer unos copillos. Bueno, era gracioso, otra vez nevando. Mi madre se levantó, y como yo tenía que bajar al coche a coger mi móvil nuevo que la compañía me ha dado por el plan renove, y que con la cabecita tan despistada que tengo me lo dejé desde el viernes en el maletero, aproveché para ir a comprar el pan y no saliera.


Pues como suele pasar, nieva poquito hasta que RosaAmarilla sale a la calle. ¡Madre mía que nevada!. De todos modos no me quiero quejar. He disfrutado de ella. He ido al garaje a coger el teléfono, y de vuelta, en vez de ir a comprar el pan al sitio más cercano, me ha apetecido darme una vuelta por el barrio. He dejado el paraguas cerrado, me he puesto la capucha del abrigo, y he dejado que la nieve caiga sobre mi cara. Me ha gustado la sensación. Me ha relajado, me ha hecho pensar en otros momentos, ha conseguido hacerme sonreir. La nieve es precisosa, tan delicada, tan suave, pero a la vez es peligrosa, resbaladiza. Si te paras a pensar, son iguales que las relaciones personales.
He vuelto a casa helada de frio, y empapada, pero relajada y sonriente. Y con una barra de pan de un lugar que nunca había conocido en el barrio. Llevo años en él, desde que nací hace taitantos, y es curioso que todavía haya lugares pendientes de ser descubiertos.
Ahora, y después de un domingo dominguero, estoy aquí delante de la pantalla escribiendo mis vivencias, con un te con chocolate que me traje de México. ¿Qué me deparará mañana el día? ¿Tendré una hermosa capa de hielo delante de la escalera de mi casa? Ya os contaré. Por cierto, la foto es de esta mañana del árbol que hay a la entrada del jardín.

 
posted by RosaAmarilla at 9:58 p. m. | Permalink |


4 Comments:


  • At 12:40 a. m., Blogger Betsy Prescott

    Yo creia que me gustaba la nieve... hasta que vine aqui XD

    No, en serio... la nieve es muy bonita, pero a mi me gusta para mirarla por la ventana. El primer dia que nevo me puse muy contenta, pero ahora la nieve me tiene medio amargada... estoy harta del hielo... Nunca habia tenido tantas ganas de que llegase la primavera.

    Te noto tranquila y positiva. Y me gusta.

    Un besote enooorme

     
  • At 8:31 a. m., Blogger Bear

    Me gusta cómo te ha hecho sentir la nieve!
    Un abrazo "nevado".

     
  • At 11:23 a. m., Anonymous Anónimo

    gracias por tu visita! Me colaré por aquí a leerte. un besote :)

     
  • At 12:14 a. m., Blogger Unknown

    Yo también pasé un domingo casero, aunque con breve salida a que el perrón disfrutara de la nieve, como pudiste ver en la foto del blog :-) a mi me gusta estar en casa los domingos, soy muy casero :-)