De como me gustaría ser como algún funcionario.
Continuando con el post de ayer cuando os hablé de mi visión de Avenida del Brasil de día, voy a continuar con mi peripecia en las Oficinas de la Seguridad Social.
Llegas y están las oficinas cerradas, no abren hasta las nueve. Te vas a tomar un café y vuelves, ya hay una persona esperando. Te quedas en la puerta y ves como poco a poco van entrando los empleados con cara de sueño.
La gente va llegando: -"¿el último por favor?"- Me recordó a la frutería.
Entras y hay una maquinita que según el trámite que tengas que hacer tienes que apretar un número u otro, pero claro, como son tan espléndidos en las explicaciones, al lado de cada botón te ponen una palabrita, pegada con celo, y como sea algo complicado lo que quieras hacer, ¿a que botoncito aprietas si te concuerda con varios?
Ya te aclaras y te dan el numerito, soy la segunda en ese departamento, bueno, parece que va a ir rápido. Subes, y te sientas. La sala es grande con cuatro filas de asientos mirando al frente, y al rededor los puestos de los funcionarios que te van a atender. Te sientes acorralada, vigilada. Ves como entran, se sienta, se levantan, colocan papeles, colocan los bolis, se vuelven al levantar, se saludan...y mientras tanto la que se te sienta al lado te lo va relatando: -"Claro, y ahora le cuenta lo que hizo anoche con el marido, claro y ahora van a por el cafecito mientras nosotros esperamos, claro y ahora le dice que tiene cita con la peluquera a las cinco, claro y ahora..."- ¡¡¡Señora, preocúpese por su propia vida, joe, que entre que llevo toda la noche currando sin dormir, y usted dándome la brasa, se me va
a hacer eterno!!!.
Tras quince minutos viendo esta escena, decidieron a empezar a pasar numeritos.
Entre todo lo que vi hubo algo que me llamó muchísimo la atención, os cuento e intentar meteros en la escena. Suena un teléfono en un puesto. La señorita sentada en el puesto da un brinquito y se sitúa frente al él. Lo mira fijamente..., y lo sigue mirando...y lo vuelve a mirar, inmóvil sin pestañear.. ¡¡¡¡¿¿¿ pero se piensa que se va a contestar solo por que lo mire???!!!! El teléfono deja de sonar, la señorita suspira y se relaja. Se da la vuelta y empieza a colocar otra vez los bolígrafos, y de repente ""ringggg"", el teléfono suena otra vez. Vuelta a empezar, brinquito, situación frente al teléfono, y a mirarlo. Se la ve concentrada, parece que lo tiene dominado, controlado en todo momento. Si señor, el teléfono mientras ella lo mire fijamente no va a huir, seguirá ahí gritando... Finalmente el interlocutor al otro lado de la línea se aburrió.
Hago yo eso y al tercer timbre me están pegando ya un berrido.
Yo no digo que todos los funcionarios sean iguales, al contrario, tengo varios amigos y conozco alguno que otro bastante eficaz, pero vamos que ayer me encontré unos especímenes que eran para echarles de comer aparte.
Besitos
P.D: Por cierto, al final cuando me atendieron 25 minutos más tarde, el personaje que me atendió me trató tan bien, que me dieron ganas de recomendarle una academia de educación y buenos modos, ¡¡¡¡será borde y desagradable el tío!!!!.
Mira, ayer por la mañana tuve una experiencia mística con uno de los funcionarios que pululan por mi curro: me contó su jornada de trabajo. Llega a las 8, tendría que llegar a las 7'30 pero como la máquina de fichar está rota...De 8 a 9 desayuna por segunda vez, para socializarse básicamente, se carga un cd con juegos en el ordenador y juega hasta las 11, hora del tercer desayuno. A las 11'30 se vuelve a poner a jugar, a mirar su correo, a mirar la página del Real Madrid y a eso de las 14'00 se va a tomar las cañitas con los colegas hasta las tres menos cuarto que se va. Y todo esto sin salir del edificio, claro, que tenemos cafetería. Y por este ritmo de vida frenético de lunes a viernes se embolsa más de 1200 euros cada mes. Yo, desde luego, para los Reyes me pido una plaza de funcionaria.